MADRID, 10 Oct. (EUROPA PRESS) -
Uno de estos cristales, pulido por joyeros antiguos y deformado hasta conseguir la forma de un escarabajo, se encuentra en una de las joyas pertenecientes a Tutankhamon. Al estudiarlo, un investigador de la Universidad de Johannesburgo, ha detectado que se trata del primer espécimen conocido de un núcleo de un cometa.
"Estoy en una euforia científica típica, cuando se eliminan todas las demás opciones y llegas a la comprensión de lo que debe ser", ha señalado el científico Jan Kramer. En el trabajo, que ha sido publicado en 'Earth and Planetary Science Letters', también ha explicado que esta explosión produjo diamantes microscópicos.
"Los diamantes se producen a partir de material de soporte de carbono. Normalmente se forman en las profundidades de la Tierra, donde la presión es alta, pero también se puede generar una presión muy alta con un choque. Parte del cometa impactó y el choque del impacto produjo los diamantes", ha apuntado.
El material de un cometa es muy difícil de alcanzar. De hecho, los expertos han apuntado que no se han encontrado fragmentos de estos objetos en la Tierra antes, salvo partículas de polvo de tamaño microscópico en la atmósfera superior y polvo rico en carbono en el hielo antártico.
"La NASA y la ESA gastan miles de millones de dólares recogiendo unos pocos de microgramos de material cometa y traerlo de vuelta a la Tierra, y ahora tenemos un nuevo enfoque radical para poder estudiar este material, sin tener que gastar miles de millones de dólares de recolección", ha indicado Kramer.
El último secreto de Tutankhamón: una joya creada por un cometa
Por primera vez se encuentra un fragmento del impacto de un cometa sobre la Tierra, que fundió la arena del desierto en vidrios empleados como joyas por los antiguos egipcios
Cuando en 1922 Howard Carter y Lord Carnavon hallaron la tumba del faraón Tutankhamón en el Valle de los Reyes, la noticia dio la vuelta al mundo, en una época en la que semejante difusión no era algo fácil de conseguir. Entre las maravillas encontradas por los arqueólogos en aquel mausoleo, la imagen de la máscara funeraria de oro ha sido siempre la más popular. Y sin embargo, hay otra pieza que no levantó tanta admiración en su día, pero cuya imagen está dando la vuelta al mundo hoy, 91 años después del hallazgo.
Se trata de un pectoral, un colgante con un gran escarabajo de vidrio de sílice en su centro. La gema, pulida por los artesanos, era uno de los llamados vidrios del desierto de Libia, piedras de color amarillo que se encuentran dispersas en un área de 6.000 kilómetros cuadrados del Sáhara, que tienen unos 28 millones de años de antigüedad y que son conocidas desde el Pleistoceno. No así su origen: para que la arena cristalice de este modo se requiere una temperatura extremadamente alta, lo que sugería la explosión de un meteorito. Ahora, un equipo multidisciplinar de científicos surafricanos ha desentrañado por fin el secreto de estos vidrios y, con ello, ha mostrado la primera prueba jamás conocida del impacto de un cometa sobre la Tierra. Los resultados se publican en la revista Earth and Planetary Science Letters y se presentan este jueves en una conferencia en la Universidad surafricana de Witwatersrand.
Se conocen muchos casos de impactos de meteoritos en nuestro planeta. Por el contrario, nunca se han encontrado restos de cometas, a excepción de algunas partículas de polvo a gran altitud en la atmósfera y de ciertos residuos carbonados en el hielo de la Antártida. “Los cometas siempre visitan nuestros cielos; son esas bolas de nieve sucia, de hielo mezclado con polvo. Pero nunca antes en la historia se ha encontrado material de un cometa en la Tierra”, señala el coautor del nuevo estudio David Block, de Witwatersrand.
De hecho, el interés científico de este tipo de material ha impulsado el desarrollo de misiones espaciales destinadas a recoger muestras de estos cuerpos errantes. “La NASA y la Agencia Europea del Espacio (ESA) gastan miles de millones de dólares en recoger unos pocos microgramos de material de cometas y traerlos de vuelta a la Tierra”, apunta el director del estudio, el geoquímico de la Universidad de Johanesburgo Jan Kramers. “Ahora tenemos un abordaje radicalmente nuevo para estudiar este material”, presume.
El trabajo de Kramers, Block y sus colaboradores no se limita a explicar la cristalización de la arena, sino que revela un enorme hallazgo, un fragmento del cometa que provocó el fenómeno. Su trabajo se ha centrado en un misterioso guijarro negro que un geólogo egipcio encontró hace años en una zona de vidrio de sílice al suroeste de Egipto. En un principio pensaron que podía tratarse de un tipo inusual de meteorito, pero los análisis químicos practicados a la piedra descartaron una a una todas las hipótesis. No era carbón terrestre, ni roca meteorítica, y sin embargo ciertos isótopos apuntaban sin cuestión a un origen extraterrestre. Solo quedó una explicación: tenían entre manos el primer espécimen macroscópico procedente del núcleo de un cometa. Kramers recuerda el momento con emoción: “Es la típica euforia científica, cuando eliminas todas las demás opciones y llegas al convencimiento de lo que debe ser”.
Microdiamantes Hipatia
El hallazgo ha permitido a los investigadores reconstruir lo ocurrido hace 28 millones de años, cuando un cometa penetró en la atmósfera terrestre y explotó sobre Egipto, esparciendo sus restos y fundiendo la arena del desierto a una temperatura de unos 2.000 grados centígrados. Además de los vidrios de sílice, el enorme calor provocó la formación de microdiamantes como los que se encuentran dentro del guijarro negro, al que los científicos han bautizado como Hipatia en honor a la matemática y astrónoma de Alejandría. “Los diamantes se producen a partir de material de carbono. Normalmente se forman en las profundidades de la Tierra, donde la presión es muy alta, pero también puedes provocar una gran presión con un impacto. Parte del cometa impactó y la onda expansiva produjo los diamantes”, detalla Kramers.
Tal vez sea uno de los últimos secretos de la tumba de Tutankhamón que quedaban por revelar, pero en cambio Hipatia no ha hecho sino comenzar a mostrar los suyos. El descubrimiento ha motivado la puesta en marcha de un proyecto internacional más amplio y ambicioso destinado a escuchar lo que este guijarro puede contarnos sobre nuestros propios orígenes. “Los cometas contienen los secretos de la formación de nuestro Sistema Solar, y tenemos una oportunidad sin precedentes para estudiar material de un cometa de primera mano”, concluye Block.
Una piedra, presente en un broche del
tesoro de Tutankhamon, ha proporcionado evidencias del primer impacto de
un cometa contra la atmósfera de la Tierra. Este hallazgo permitirá
estudiar mejor estos objetos desde el planeta y conocer más pistas de la
formación del Sistema Solar.
El cometa entró en la atmósfera sobre Egipto hace unos 28 millones
de años y explotó, calentamiento la arena a una temperatura de unos
2.000 grados centígrados. De este suceso nació una enorme cantidad de
vidrio de sílice de color amarillo, que los expertos llaman vidrio del
desierto de Libia y que se lleva estudiando desde hace años.Uno de estos cristales, pulido por joyeros antiguos y deformado hasta conseguir la forma de un escarabajo, se encuentra en una de las joyas pertenecientes a Tutankhamon. Al estudiarlo, un investigador de la Universidad de Johannesburgo, ha detectado que se trata del primer espécimen conocido de un núcleo de un cometa.
"Estoy en una euforia científica típica, cuando se eliminan todas las demás opciones y llegas a la comprensión de lo que debe ser", ha señalado el científico Jan Kramer. En el trabajo, que ha sido publicado en 'Earth and Planetary Science Letters', también ha explicado que esta explosión produjo diamantes microscópicos.
"Los diamantes se producen a partir de material de soporte de carbono. Normalmente se forman en las profundidades de la Tierra, donde la presión es alta, pero también se puede generar una presión muy alta con un choque. Parte del cometa impactó y el choque del impacto produjo los diamantes", ha apuntado.
El material de un cometa es muy difícil de alcanzar. De hecho, los expertos han apuntado que no se han encontrado fragmentos de estos objetos en la Tierra antes, salvo partículas de polvo de tamaño microscópico en la atmósfera superior y polvo rico en carbono en el hielo antártico.
"La NASA y la ESA gastan miles de millones de dólares recogiendo unos pocos de microgramos de material cometa y traerlo de vuelta a la Tierra, y ahora tenemos un nuevo enfoque radical para poder estudiar este material, sin tener que gastar miles de millones de dólares de recolección", ha indicado Kramer.
El último secreto de Tutankhamón: una joya creada por un cometa
Por primera vez se encuentra un fragmento del impacto de un cometa sobre la Tierra, que fundió la arena del desierto en vidrios empleados como joyas por los antiguos egipcios
Cuando en 1922 Howard Carter y Lord Carnavon hallaron la tumba del faraón Tutankhamón en el Valle de los Reyes, la noticia dio la vuelta al mundo, en una época en la que semejante difusión no era algo fácil de conseguir. Entre las maravillas encontradas por los arqueólogos en aquel mausoleo, la imagen de la máscara funeraria de oro ha sido siempre la más popular. Y sin embargo, hay otra pieza que no levantó tanta admiración en su día, pero cuya imagen está dando la vuelta al mundo hoy, 91 años después del hallazgo.
Se trata de un pectoral, un colgante con un gran escarabajo de vidrio de sílice en su centro. La gema, pulida por los artesanos, era uno de los llamados vidrios del desierto de Libia, piedras de color amarillo que se encuentran dispersas en un área de 6.000 kilómetros cuadrados del Sáhara, que tienen unos 28 millones de años de antigüedad y que son conocidas desde el Pleistoceno. No así su origen: para que la arena cristalice de este modo se requiere una temperatura extremadamente alta, lo que sugería la explosión de un meteorito. Ahora, un equipo multidisciplinar de científicos surafricanos ha desentrañado por fin el secreto de estos vidrios y, con ello, ha mostrado la primera prueba jamás conocida del impacto de un cometa sobre la Tierra. Los resultados se publican en la revista Earth and Planetary Science Letters y se presentan este jueves en una conferencia en la Universidad surafricana de Witwatersrand.
Se conocen muchos casos de impactos de meteoritos en nuestro planeta. Por el contrario, nunca se han encontrado restos de cometas, a excepción de algunas partículas de polvo a gran altitud en la atmósfera y de ciertos residuos carbonados en el hielo de la Antártida. “Los cometas siempre visitan nuestros cielos; son esas bolas de nieve sucia, de hielo mezclado con polvo. Pero nunca antes en la historia se ha encontrado material de un cometa en la Tierra”, señala el coautor del nuevo estudio David Block, de Witwatersrand.
De hecho, el interés científico de este tipo de material ha impulsado el desarrollo de misiones espaciales destinadas a recoger muestras de estos cuerpos errantes. “La NASA y la Agencia Europea del Espacio (ESA) gastan miles de millones de dólares en recoger unos pocos microgramos de material de cometas y traerlos de vuelta a la Tierra”, apunta el director del estudio, el geoquímico de la Universidad de Johanesburgo Jan Kramers. “Ahora tenemos un abordaje radicalmente nuevo para estudiar este material”, presume.
El trabajo de Kramers, Block y sus colaboradores no se limita a explicar la cristalización de la arena, sino que revela un enorme hallazgo, un fragmento del cometa que provocó el fenómeno. Su trabajo se ha centrado en un misterioso guijarro negro que un geólogo egipcio encontró hace años en una zona de vidrio de sílice al suroeste de Egipto. En un principio pensaron que podía tratarse de un tipo inusual de meteorito, pero los análisis químicos practicados a la piedra descartaron una a una todas las hipótesis. No era carbón terrestre, ni roca meteorítica, y sin embargo ciertos isótopos apuntaban sin cuestión a un origen extraterrestre. Solo quedó una explicación: tenían entre manos el primer espécimen macroscópico procedente del núcleo de un cometa. Kramers recuerda el momento con emoción: “Es la típica euforia científica, cuando eliminas todas las demás opciones y llegas al convencimiento de lo que debe ser”.
Microdiamantes Hipatia
El hallazgo ha permitido a los investigadores reconstruir lo ocurrido hace 28 millones de años, cuando un cometa penetró en la atmósfera terrestre y explotó sobre Egipto, esparciendo sus restos y fundiendo la arena del desierto a una temperatura de unos 2.000 grados centígrados. Además de los vidrios de sílice, el enorme calor provocó la formación de microdiamantes como los que se encuentran dentro del guijarro negro, al que los científicos han bautizado como Hipatia en honor a la matemática y astrónoma de Alejandría. “Los diamantes se producen a partir de material de carbono. Normalmente se forman en las profundidades de la Tierra, donde la presión es muy alta, pero también puedes provocar una gran presión con un impacto. Parte del cometa impactó y la onda expansiva produjo los diamantes”, detalla Kramers.
Tal vez sea uno de los últimos secretos de la tumba de Tutankhamón que quedaban por revelar, pero en cambio Hipatia no ha hecho sino comenzar a mostrar los suyos. El descubrimiento ha motivado la puesta en marcha de un proyecto internacional más amplio y ambicioso destinado a escuchar lo que este guijarro puede contarnos sobre nuestros propios orígenes. “Los cometas contienen los secretos de la formación de nuestro Sistema Solar, y tenemos una oportunidad sin precedentes para estudiar material de un cometa de primera mano”, concluye Block.
No hay comentarios:
Publicar un comentario